La revolución en el norte de África y la polémica reforma del sistema de pensiones en España han eclipsado estos últimos días dos noticias de calado, una positiva y otra negativa, que han pasado desapercibidas en los medios de comunicación. La primera hace referencia a la presencia en Irak del juez de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, que se ha desplazado a ese país con el objetivo de investigar la muerte del cámara de televisión José Couso, alcanzado por un obús norteamericano, cuando se encontraba, en abril de 2003, realizando su trabajo en una terraza del Hotel Palestina de Bagdad. Ojalá la justicia pueda depurar finalmente todas las responsabilidades que se derivan de este caso y el Gobierno de Estado Unidos pague su culpa y con él todos aquellos que han querido dejar en el olvido un crimen todavía no resuelto. La familia de José Couso, sus compañeros y amigos tienen derecho a la verdad, a la justicia y a la reparación.
La segunda noticia a la que aludía al inicio de este post nos llega de Francia y tiene como protagonista a su Consejo Nacional. El pasado viernes, 29 de enero, esta institución determinó que los artículos 75 y 144 del Código Civil, que niegan el matrimonio entre personas del mismo sexo, son constitucionales y por tanto legítimos. Leo la noticia dos veces y aún me cuesta darle crédito. El país que ha vendido al mundo el mito de la «igualdad, libertad y fraternidad» se aferra a su espíritu más reaccionario, retrógrado e intolerante para impedir que dos hombres o dos mujeres puedan contraer matrimonio si ese es su deseo. Resulta tan inaudito como inadmisible, o lo que es lo mismo tan fariseo como hipócrita, admitir el llamado Pacto Civil de Solidaridad, como hacen en Francia ante la evidencia de regular las uniones homosexuales, para impedirles después el matrimonio legal, que es patrimonio exclusivo reservado para bendecir la convivencia entre un hombre y una mujer. Es obvio que el país vecino necesita otra revolución.
y nuestro país necesita, no otra sino, la reolución nunca hecha. ojalá acertemos en llevarla a cabo pacíficamente y sin que los sicarios del capital agiten a las masas, como han hecho en Egipto, para enfrentarlas contra los revolucionarios, encendiendo la mecha, pues en eso son unos expertos; cuantas iglesias ardieron aquí durante la 2ª república y (sic) ningun religioso dentro, excepción de las iglesias y conventos del país vasco, bonbardeadas por los fascistas donde volaron monjas y curas, quienes curiosamente (sic) no han sido declarados mártires por la iglesia de roma.
Revolución, ¡qué bonita palabra¡Pero, la revol, se paga de foorma inversamente proporcional a lo que se va a sacar de ella. Quienes más pagan -valores negativos-, menos ventajas sacan -valores positivos. Por eso también hay que medir las revoluciones y, a ser posible, hacer las revoluciones internas, que son las que más duran.
En el matrimonio homesexual, los conservadores prefieren despreciar a personas antes que variar un artificio humano como es un contrato entre personas. Nuevamente, ¡cuidado¡, lo que pensábamos que ya estaba maduro no lo está tanto. El respeto de una parte de la ciudadanía hacia otra no es tan fácil.
Completamente de acuerdo! Una cosa es la igualdad legal y otra la igualdad real.todavía tenemos que recorrer un largo trecho para interiorizar el respeto y la tolerancia entre las personas.Besos javi
Sí señor! Así se habla. Otra Revolución de las que cortan cabezas! Empezamos por la suya ¿Le parece? Que no hombre, es broma, Pefiero empezar por Sarkozy, que allí no tenemos Rey pero tenemos a Sakozy. Nada es perfecto en esta vida.
Revolución de las de cambiar las cosas de verdad.De las de acabar con los prejuicios y las desigualdades!Saludos javi