Guardo en mi casa, como si de un tesoro se tratara, una copia de una litografía realizada por Rafael Alberti en 1993, en la que puede leerse el slogan de campaña de Izquierda Unida en las elecciones generales celebradas aquel año. “IU, Sobran Razones”, escribió entonces el poeta gaditano en tinta morada sobra fondo blanco, junto a unos trazos juveniles y desenfados, que recuerdan al conjunto de su obra pictórica, eclipsada, en gran medida, por el alcance y la difusión de sus poemas, pero no por ello menos relevante. Vivimos tiempos marcados por una grave crisis económica, que está generando, más allá de frías estadísticas, auténticos dramas humanos, que condicionan el futuro de hombres y mujeres, que han perdido su empleo, están a punto de hacerlo o bien buscan trabajo pero no lo encuentran. La situación es crítica para muchas familias, que se sienten desamparadas por las instituciones públicas y no tienen ninguna confianza en la gestión de Zapatero.

Más de cuatro millones de personas, sólo en el Estado español, están pagando las consecuencias de una coyuntura adversa que no han provocado. La respuesta del Gobierno del PSOE está siendo ciertamente frustrante. En un primer momento Zapatero negó la existencia de la crisis; después, ante las evidencias, recurrió a todo tipo de eufemismos para evitar la palabra maldita por temor a que pudiera enturbiar su imagen. Más tarde, denunció la vigencia de un “capitalismo sin fronteras, ni ética”, pero no hizo nada para promover un nuevo modelo de desarrollo más justo y sostenible, que garantizara el reparto equitativo de la riqueza y la promoción del bienestar. Ahora, por fin, hemos conocido el verdadero rostro del presidente del Gobierno.

Tras el varapalo recibido en el Foro de Davos, donde la derecha económica, es decir, la banca, el fondo monetario internacional y las agencias de calificación, le recriminaron su incapacidad para hacer frente a la crisis, Zapatero ha querido demostrar que él es un líder eficaz y se ha embarcado en un proceso de reformas del sistema de pensiones y el mercado laboral, que niega derechos sociales conquistados y resulta incompatible con la izquierda y el socialismo. Siempre he manifestado que el secretario general del PSOE hace el discurso de la izquierda, pero después actúa como la derecha; así se explica que el Partido Popular y CiU -el PNV se mantiene a la expectativa- coincidan en la defensa de la misma política económica que Zapatero nos quiere imponer.

También la banca y las grandes empresas avalan el retraso de la jubilación a los 67 años de edad y la ampliación del periodo mínimo de cotización, que podría pasar de 15 años a 25, para tener derecho a percibir una pensión. No creo que una moción de censura ni un adelanto electoral sean garantía de cambio en la estrategia y en las alianzas del presidente del Gobierno. Sólo confío en la movilización social y en el fortalecimiento de una izquierda cohesionada, con un liderazgo social arraigado, que obligue al PSOE a dar marcha atrás en sus pretensiones. Zapatero, obsesionado con obtener el aplauso del Financial Times, es capaz de asumir como propio el discurso del diario británico y reducir a cenizas un estado del bienestar, aún por desarrollar en España.

La celebración de unos comicios generales no ofrece ninguna solución a las necesidades reales de las personas; me refiero al empleo, a la vivienda, a los servicios sociales, al medio ambiente,… Al contrario; si el secretario general del PSOE disolviese el Congreso y se celebrasen elecciones ahora, las consecuencias sólo podrían ser dos, y ninguna buena. Por un lado, si el presidente del Gobierno lograra in extremis salvar los muebles, se consideraría legitimado para profundizar en la línea de las iniciativas anunciadas, contando con el apoyo de CiU, al que se podría sumar también el PNV.

Si esta opción resulta pésima para el impulso de políticas alternativas de izquierda, la otra tampoco es mejor. Me refiero a un triunfo del Partido Popular, tal y como vaticinan hasta la fecha las últimas encuestas; Mariano Rajoy y Zapatero representan, al día de hoy, las dos caras de una misma moneda. Uno y otro defienden una política económica común, que pasa por proteger y preservar las prerrogativas de la banca y las grandes empresas en detrimento de los derechos sociales y laborales de las personas, actualmente amenazados por una nueva ofensiva neoliberal.

Por ello, para responder a la deriva emprendida por el presidente del Gobierno, que ha arrastrado al PSOE desde la socialdemocracia a la derecha, resulta imprescindible la unidad de acción de la izquierda política y sindical. Los actos de protesta, organizados por CC.OO y UGT contra la reforma del sistema de pensiones, pueden ser un buen punto de partida para calentar motores y forzar a Zapatero a una negociación. Personalmente, entiendo que si, tras la respuesta ciudadana, mantiene sus posiciones la huelga general ha de ser el siguiente paso.

El papel que las centrales sindicales deben jugar ante los ataques que está recibiendo la ciudadanía es crucial para preservar el empleo, las pensiones y los servicios sociales; sé que no es fácil vencer el individualismo, la apatía y la falta de esperanza, pero esta vez sí sobran razones para la rebeldía y la movilización. La izquierda tiene ante sí el reto de liderar una alternativa creíble, capaz de generar ilusión, también en los sectores más jóvenes, para poder presentar a la sociedad un proyecto sólido, en el que las personas y sus derechos sociales y laborales sean la única prioridad.

Me consta que Izquierda Unida y Ezker Batua-Berdeak están trabajando en esta dirección, y sólo por ello merecen una oportunidad. El consenso es un factor clave para transmitir confianza a quienes buscan referentes de progreso, que sientan como propios sus problemas y aspiraciones. Pienso en una izquierda humana, próxima, que aprenda a quererse y a respetarse dentro para ser querida y respetada fuera. Una izquierda, en definitiva, que anteponga las preocupaciones ciudadanas a las suyas. Sobran razones, decía Rafael Alberti hace diecisiete años, refiriéndose a IU, pero ahora todavía son más. Debemos demostrar que la salida a la crisis no está en la derecha sino en la izquierda.
Javier Madrazo Lavín
Bilbao, Febrero 2010


5 Respuestas to “SOBRAN RAZONES”


  1. 1 Hélène
    24/02/2010 a las 7:40 pm

    Sí que sobran razones, aunque a veces se me olvida. Ya no sé cuántas veces he tenido la duda: «Qué hago aquí? Qué pinto en EB?»

  2. 3 Helene
    26/02/2010 a las 4:49 pm

    Dicho así, suena muy bien. Me voy a poner más roja de lo que ya soy.

  3. 4 ARANTZA
    05/03/2010 a las 1:32 pm

    NUESTRO PARTIDO ES UN PARTIDO DE UTOPICOS, QUE AUNQUE SEA DIFICIL CAMBIAR ESTE MUNDO JAMAS NOS RENDIMOS, POR ESO DEBEMOS ESTAR SIEMPRE UNIDOS,ME GUSTA ESTE BLOG EN QUE CADA CUAL PUEDE OPINAR LO QUE QUIERA,AUNQUE LAS IDEAS NO SIEMPRE COINCIDAN.HORRELA JARRAITU BEHAR DUGU.

    • 06/03/2010 a las 2:47 pm

      Hemos elegido estar en el lugar de los que creen en un mundo mejor. Aunque ello signifique nadar contracorriente. Eso es lo que nos hacer vivir con la cabeza alta. Besarkada handi bat. javi


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Quién soy

Nací en Riaño, Cantabria, el 12 de Agosto de 1960; cuando tenía un año de edad mis padres se trasladaron a Bilbao, y desde entonces vivo en el barrio de Rekalde. He sido parlamentario de Ezker Batua_Berdeak entre 1994 y 2001, y Consejero de Vivienda y Asuntos Sociales del Gobierno Vasco entre 2001 y 2009. Ahora, trabajo como Profesor de Filosofía, Ética y Ciudadanía en un Instituto de Bilbao.

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