El riesgo de “salvar” a Zapatero. Agosto 2010

“Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir”. Esta cita, atribuida al escritor Francisco de Quevedo, encierra una gran verdad, que deben tomar en consideración quienes en este momento se acerquen al presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. El hombre que aspiraba, en su primera legislatura, a representar la imagen del talante y el diálogo, buscando la complicidad de la izquierda y las centrales sindicales, ha terminado por quedarse solo, liderando una política de centro derecha, que amenaza su credibilidad e incluso puede cuestionar su futuro en el corto plazo. CiU y PNV son su única esperanza en el inicio de un nuevo curso, marcado por la incertidumbre.

Zapatero, que el día 29 deberá hacer frente a una huelga general convocada por UGT y CC.OO, depende del PNV para aprobar los Presupuestos Generales del Estado y eludir la convocatoria de elecciones anticipadas que, a tenor de las encuestas, darían la victoria al Partido Popular. No lo tiene fácil el presidente del Gobierno, pero tampoco quienes se aproximen a él. Es razonable presuponer que la formación nacionalista exigirá contrapartidas en materia de autogobierno e inversiones en Euskadi si finalmente decide “salvar” a Zapatero. En realidad, sólo así podrá justificar ante su base social el apoyo a un presidente que ofrece síntomas de estar “quemado”.

El impulso de medidas tan impopulares como la subida del IVA en dos puntos, el recorte del gasto y la inversión pública, o la reforma laboral constituye un lastre para el Gobierno del PSOE, que podría salpicar también a quienes opten por unir su suerte a la del presidente del Ejecutivo. Además, las previsiones de crecimiento y creación de empleo no invitan al optimismo y la ciudadanía se siente, por un lado, indefensa ante una situación hostil, y, por otro, empieza a ser consciente de que las consecuencias negativas de esta coyuntura recaen únicamente sobre sus hombros, mientras la banca y las grandes empresas continúan obteniendo beneficios.

Por ello, resulta razonable pensar que el PNV necesita un acuerdo ventajoso, que le permita legitimar su respaldo a Zapatero. En este contexto, no le sirve un compromiso de mínimos, que no pueda vender y rentabilizar como prueba fehaciente de su capacidad para meter un gol a un rival debilitado, al que ha sabido ganar en un alarde de habilidad negociadora. Actuar como socio preferente del Gobierno del PSOE en los próximos dos años puede ser una tentación comprensible en el caso de la formación nacionalista, pero puede ser, igualmente, una operación de riesgo, cuando quedan menos de diez meses para la celebración de las elecciones municipales y forales, condicionadas por la crisis. 

Zapatero está dispuesto a poner sobre la mesa todo aquello que el PNV demande. Sabe que no tiene más alternativa, después de que CiU hiciera pública su negativa a secundar los Presupuestos Generales del Estado. El presidente del Ejecutivo cuenta con Durán i Lleida para imponer en el Congreso de los Diputados las directrices de la Unión Europea en política económica; sin embargo, la proximidad de los comicios catalanes obliga a un desmarque entre ambos, más allá de que, una vez transcurrida la cita con las urnas, recuperen la sintonía. El PNV tiene ahora mismo en sus manos a Zapatero y quiere aprovechar esta oportunidad que, a priori, le sitúa en una posición de fuerza.

Tengo la convicción de que el secretario general del PSOE ha asumido ya que el precio a pagar a la formación nacionalista será el respeto a la lista más votada en Diputaciones y Ayuntamientos, lo que permitiría al PNV preservar cuotas de poder, que perdería en caso de que se trasladase a estas instituciones la entente que Patxi López y Antonio Basagoiti mantienen en el Gobierno de Lakua. Se trata de una aspiración basada en el pragmatismo y en la defensa de los intereses propios, que no incluye, en cambio, las prioridades sociales de una población angustiada por el desempleo y el desmantelamiento de un estado del bienestar aún incipiente y sin desarrollar. 

Es obvio que la decisión que tome el PNV estará motivada por la ambición de preservar sus feudos tradicionales, entre ellos Bilbao y Bizkaia, y su deseo de “ningunear” al lehendakari López,  haciendo patente su falta de liderazgo. Sin embargo, un acuerdo que pivote sobre el respeto a la lista más votada, reivindicación que no cuestiono, será difícilmente valorado por la ciudadanía, aunque se disfrace de supuestos logros en autogobierno que, con toda seguridad, en dos años que quedan de legislatura no se podrían materializar. No olvidemos, además, que las conversaciones sobre los Presupuestos coincidirán con la polémica reforma del sistema de pensiones y una mayor contestación social a Zapatero y lógicamente a sus aliados. 

La formación nacionalista debe valorar los pros y los contras de una alianza con el presidente del Gobierno, que ha demostrado ser un maestro del doble lenguaje, que promete lo que no está dispuesto a dar, capaz de pactar a dos bandas y después negar la mayor.  Artur Mas ha sido víctima de esta táctica y el PNV conoce de primera mano su experiencia. El dirigente de CiU cerró un pacto sobre el Estatut en una reunión maratoniana con el presidente del Ejecutivo, en la que éste asumió que el Gobierno de la Generalitat fuera para quien ganara las elecciones autonómicas. Finalmente no fue así, y Artur Mas está hoy en la oposición con 48 escaños y Montilla es el President con 37.

Ahora, Zapatero, en un alarde de oportunismo, que transmite una imagen perniciosa de la política, orientada sólo a la permanencia en el poder, se muestra dispuesto a transferir a Euskadi competencias pendientes, que en julio de este mismo año ha negado, al votar junto al Partido Popular, en contra de trece de las quince resoluciones presentadas por el PNV en el debate sobre el Estado de la Nación. El propio Josu Erkoreka reprochó entonces al presidente del Gobierno el bloqueo estatutario, con un único traspaso en I+D+I desde 2004. Por tanto, me reitero en la cita de Francisco de Quevedo para recordar a quien quiera escuchar que “nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir”.

Javier Madrazo Lavín.


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Quién soy

Nací en Riaño, Cantabria, el 12 de Agosto de 1960; cuando tenía un año de edad mis padres se trasladaron a Bilbao, y desde entonces vivo en el barrio de Rekalde. He sido parlamentario de Ezker Batua_Berdeak entre 1994 y 2001, y Consejero de Vivienda y Asuntos Sociales del Gobierno Vasco entre 2001 y 2009. Ahora, trabajo como Profesor de Filosofía, Ética y Ciudadanía en un Instituto de Bilbao.

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